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El Hierro

Durante el embarazo, el hierro puede ser un elemento más valioso que el oro. 

4min leer Abr. 19, 2016

Una salud de hierro

Durante el embarazo, el hierro puede ser un elemento más valioso que el oro. El hierro es un constituyente esencial de la hemoglobina, el pigmento que permite a los glóbulos rojos transportar el oxígeno indispensable para las células de tu cuerpo, y de tu organismo al de tu bebé.

Cuando falta hierro en el organismo, puede aparecer anemia, cansancio, disminución del rendimiento intelectual, aumento de la propensión a las infecciones, todos riesgos importantes para tu embarazo y para tu bebé. En el caso de este último puede haber tendencia a un peso más bajo al nacer y complicaciones para ti, mamá, en caso de producirse una hemorragia durante el parto. Por el contrario, el exceso de hierro en el organismo también puede causar problemas de salud debido a la producción de compuestos llamados radicales libres, dañinos para órganos tales como el hígado, el corazón y el páncreas.

 

¡Come carne!

El hierro que contienen los productos animales (carnes y pescados) se absorbe mucho mejor que aquel proveniente de las espinacas y otras verduras. Entonces, queda muy claro: es mejor no eliminar de la dieta la carne durante tu embarazo.

 

Una buena dieta

Tus requisitos de hierro cambiarán de 16 mg al día antes del embarazo, a 20 mg. y llegando tal vez a 30 mg en el tercer trimestre, para satisfacer tus necesidades y las del bebé, que incluyen la formación de sus depósitos.

Prácticamente y teniendo presente que todo el hierro que comes no es absorbido en su totalidad en el intestino, aunque durante el embarazo aumenta su absorción (lo que constituye una adaptación de la naturaleza), el aporte será adecuado con un nivel mínimo de 20 a 50 mg diarios de hierro (siempre que no tengas deficiencia o carencia de hierro).

Esto puede ser difícil de lograr, dependiendo de tus costumbres alimentarias o porque estás preocupada por tu peso y restringes el consumo de algunos alimentos, pero se puede conseguir un aporte satisfactorio mediante una alimentación variada que no excluya las carnes y con más de 2.000 kcal. diarias. Para que tengas alguna idea, a continuación describimos una dieta que aporta cantidades adecuadas de hierro y energía:

• Al desayunar: 10 a 12 cucharadas soperas de cereal enriquecido con hierro, junto con leche y una fruta o su jugo, lo que proporciona 5 a 7 mg de hierro; 2 cucharaditas pequeñas de germen de trigo o de levadura, proporcionan 1 mg de hierro, al igual que lo hacen dos cucharaditas de cacao en polvo sin azúcar.

• Para el almuerzo y la cena prefiere las comidas ricas en hierro: una porción de carnes rojas, del tamaño de tu mano proporciona unos 7 mg de hierro, una prieta (morcilla, rellena) aporta 7 mg (puedes consumirla una vez por semana si le tienes miedo a las calorías); una rebanada de 150 gramos de hígado de vacuno, que puedes consumir de vez en cuando para evitar el exceso de vitamina A desaconsejado durante el embarazo, suministra 12 mg de hierro. Una porción de 150 gramos de carne blanca suministra 3 mg de hierro y 200 gramos de pescado agregan unos 2 mg. (4 mg. en el caso del róbalo).

Combinar legumbres (arvejas, frijoles, garbanzos o lentejas secas) y carnes con menor contenido de hierro para llegar a un buen nivel de hierro en la dieta es una buena táctica: con un buen plato se logra suministrar hasta 6 mg. de hierro. También pueden aportar hierro las espinacas: una porción de 200 gramos entrega 5 mg de hierro, en tanto que otras verduras contienen entre 0,5 y 2 mg de este elemento. Mantente flexible y varía las fuentes de hierro para conseguir todos los beneficios de los alimentos.

 

Dosis adecuada

En ciertos casos, tu médico tal vez prefiera recetarte un suplemento de hierro, especialmente si: eres una mamá muy joven, has tenido embarazos muy seguidos, esperas más de un bebé,  si es notorio que tu alimentación carece de aportes adecuados de hierro (consumo inferior a las 2.000 kcal/día, si eres vegetariana, o si tienes un entorno desfavorable), o si tus exámenes de sangre revelan una anemia o de una carencia subclínica de hierro que no llega a la anemia.

Esto último suele suceder con frecuencia: un estudio reciente ha revelado que 23% de las mujeres en edad de procrear presentan distintos grados de carencia de hierro.

Exceptuando estas situaciones, no se justifica consumir un suplemento de hierro.

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